pliegues

La forma insiste, atrapando un pulso que todavía vibra.

Quedaron congelados mientras se movían, capturados en el instante justo antes de desaparecer.


Cada forma es un gesto irrepetible, que planta la memoria de su materialidad en el espacio. Se imponen.


Saturados de color, incuban el pensamiento y despiertan los sentidos más profundos.


Siempre guardan algo nuevo en sus pliegues: aristas inéditas, inexploradas, listas para recorrer y aventurarse.


En cada sombra aparece una historia que todavía no se contó.

COLECCIÓN

Ondulaciones que parecen blandas, una ilusión táctil que confunde, que provoca, que transforma lo inerte en algo vivo.

Lo que debía ser sólido late como si respirara.

El ojo cree reconocer suavidad; el tacto descubriría otra verdad.

Ahí está la tensión: en esa trampa que invita a confrontar lo que creemos ver con lo que realmente es.


Un pliegue aislado es presencia.
Varios, en conjunto, se vuelven lenguaje.

Quizás fragmentos de una obra mayor que se despliega en serie.

Son cuerpos que crecen, se multiplican, que no conocen límites

Siempre expansivos. Siempre en movimiento.

Colores que no susurran

Un pulso que estalla en la mirada y la poseen, la desbordan, la convierten en energía pura

Transformados en identidad, en emoción pura, en vibración que sostiene la forma.

Como señales que insisten en quedarse.